No lo hagas. Por Isabel Muñoz Vázquez


– Creo que ya me he dado cuenta. Ahora sí. Tengo que decirselo, he esperando tanto tiempo a aclarar mis ideas. Se va a morir cuando se lo diga.
– No se lo digas.
– ¿Qué? ¿Cómo no se lo voy a decir? Estás locas! Lleva esperandolo demasiado tiempo.
– Pues no, no se lo digas. Que siga esperando.
– No pienso escucharte. No quiero. Se lo voy a decir.
– ¿Quieres conservar lo que tienes hasta ahora? Las caricias sin pedirlas que, además, te llegan de improvisto y por eso son más dulces. Los besos robados. La llamadas a todas horas para ver qué haces y cuando os vais a ver. Las largas conversaciones para que no te alejes. Citas a altas horas de la noche, para ser la última. Los caprichos. Los mimos. Más besos robados. Miradas que hablan. Sonrisas al mirarte. Que te eche de menos cuando acaba de dejarte. ¿Quieres que eso termine?
– No, claro que no. Quiero incluso, si se puede, que mejore!
– Entonces, no se lo digas o lo echarás todo a perder. No le digas que le quieres. Es más, si no lo desmuestras, hasta mejorará.

Isabel Muñoz Vázquez

2 comentarios:

  1. Agustín Serrano

    No le digas que te ha gustado. Es más, no se lo demuestres y así hasta podrá mejorarlo, aunque sea inmejorable…

    Con poco, mucho…

    Un beso.

  2. Tiene razón el que te sugiere dejar en posible lo que es ya cierto.
    Un saludo

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