Un caballero a la deriva.
«Su espeluznante tour de force es aún más eficaz por estar escrito con tanta calma y naturalidad.» Time
Henry Preston Standish es un caballero en toda regla: goza de una exquisita educación y de una acomodada posición social, vive holgadamente en Nueva York y es un esposo fiel y un padre cariñoso. En definitiva, su apacible vida «fluye tranquilamente, sin hacer apenas ruido». Aún así, un día Standish siente el súbito impulso de salir en busca de la aventura y se embarca en el Arabella. En el viaje recuperará, lejos de sus obligaciones habituales, cierta alegría de vivir: en ese momento tiene treinta y cinco años y nunca se ha sentido mejor. Es entonces cuando la banalidad decide truncar su brillante destino: el protagonista, al resbalarse con una mancha de grasa mientras contempla la salida del sol, se cae por la borda en mitad del océano Pacífico.
Excelente nadador y templado de espíritu, Standish elucubra sobre sus posibilidades de supervivencia y bracea con la esperanza de que lo rescaten durante unas horas cruciales en las que, sin embargo, nadie a bordo advierte su ausencia.
Un caballero a la deriva es una novella visionaria, una pieza magistral por su sencillez, por su tensión narrativa y porque plantea la cuestión de la existencia en sus términos más fundamentales. Una parábola tragicómica que nos hace reparar en cómo ordenamos las prioridades en nuestras ajetreadas vidas y que nos recuerda, en sentido literal y figurado, que no siempre es fácil mantenerse a flote.
El autor
Herbert Clyde Lewis nació en Nueva York en 1909 de padres judíos originarios de Rusia. Tras ser corresponsal en Shanghái, regresó a Estados Unidos en 1933 y comenzó a escribir ficción mientras trabajaba para el New York Journal. En 1937 publicó su primera novela, Un caballero a la deriva, a la que siguieron Spring Offensive (1940), de próxima publicación en Periférica, y Season’s Greetings (1941). En 1942 se trasladó a Hollywood, donde fue guionista para la 20th Century Fox. Obtuvo una nominación al premio de la Academia por su historia original para la película Sucedió en la 5ª Avenida (1947), pero, andando el tiempo, pasó a engrosar la lista negra hollywoodiense por sus actividades políticas, razón por la que hubo de volver a Nueva York en 1949, donde colaboró como editor en la revista Time. Ahogado en las deudas y en el alcohol, falleció de un ataque al corazón a los cuarenta y un años en 1950.
Editorial Periférica