Putas, chaperos, borrachos
(y otros elegidos de Cristo)
para sentirse en territorio amigo,
para enamorarse de fracasos nuevos
o buscar refugio
en las sombras de los portales.
En grado de tentativa
podría reincidir en nuestros pecados viejos
(bendiciones para el gozo que nos incumbe)
podría, complacido, recordarnos antes de morir
cuando dudábamos ser ángeles en destierro.
[Claro que el clero nos desautorizaría;
clamaría por sus clisteleras
soñando cloroformizar
la cluequera que define nuestros tropiezos].
Hoy no quiero cometer perjurio
ni homicidio.
Debe ser penitencia
impuesta por los dioses del absurdo,
sin embargo he de decir:
regreso a la ciudad como es de ley
(bolsillos vacíos y corazón hirviendo)
pero la memoria hizo del tiempo inmediato
restos fronterizos y trashumantes.
Debe ser penitencia
impuesta por los dioses del delirio
pero he de decir:
hoy sonrío
y respirar apenas duele.