Romance a Pucela. Por Juan A. Galisteo Luque

Valladolid

 

ROMANCE A PUCELA

 

 

Desde las tranquilas aguas
donde fluye el río Pisuerga,
testigo de cien batallas
esplendor y decadencia,
cruza la noche un silencio,
bajo ese manto de estrellas,
y en el espejo del agua
para que todos lo vean,
queda reflejado el arte
de la mítica Pucela.
*
¡Que lejos queda la historia!
Con el tiempo se doblega
llena de polvo y penumbra,
cubierta de amor y entrega.
Los álamos junto al río
dejan sollozos de pena.
Con aire de sentimiento
cae la tarde en la alameda.
*
Cada vez que cruzo el río,
presiento en él, la leyenda,
remolinos de romances
que entre sus ojos de piedra,
lanzan risas y gemidos,
alegrías o tristezas,
para que el viento los oiga
y el caminante lo entienda.
*
¡Qué lejos queda la historia
y que reciente es su ausencia!
Las orillas del silencio
junto a dos sombras se encuentran;
una, despertando olvido,
la otra, recuerdo y querencia.
*
En dos siglos del medievo
conociste la grandeza.
Serías capital del reino
antes que Madrid lo fuera
y del poder de Castilla
la reina por excelencia.
*
Reyes cruzaron tus calles,
tus plazas y tus escuelas,
emperadores y nobles,
navegantes y princesas.
-Fuiste capital del reino
antes que Madrid lo fuera-.
*
Hoy, cuando digan tu nombre
escritores y poetas,
recordarán a Pucelle,
aquella dama francesa,
que le dio el trono al Delfín
y luego murió en la hoguera.
¡Pucelanos os llamaron
al volver a vuestras tierras!
*
Cruzando el valle del Sol,
vallisoletanos llegan
cansados de caminar,
con la ilusión de la espera.
Descansarán en sus campos
por caminos y riberas,
y, a Valladolid después,
entrarán por la meseta,
desde ese valle del agua
que forman Duero y Esgueva.
*
Después de hablar de sus gentes,
mencionaré la belleza
que tienen sus monumentos
desde su provincia entera:
El colegio San Gregorio,
Monasterio de las Huelgas,
Santa María “La antigüa”
y su catedral, quimera
de dos grandes arquitectos,
Churriguera y Juan de Herrera.
*
Por último, recordar
los monasterios e iglesias,
San Miguel y San Andrés,
San Bernardo de Balbuena,
otros, en Ciudad de Olmedo,
con cierto sabor mudéjar.
Peñafiel, con su castillo,
hermoso por su opulencia.
Simancas y Tordesillas,
Villalar, esa promesa
cuna de los comuneros
e insigne por su nobleza.
*
Medina del Campo llora,
la más grande de sus reinas
que por España han pasado,
cuando todavía no era
más que un conjunto de reinos,
de castillos y de almenas.
*
Y el Castillo de la Mota,
esa morada secreta,
que en el mil quinientos cuatro,
un año de nuestra era,
a Dios le entregara el alma,
cumpliendo así una promesa
*
Entre las limpias orillas
donde fluye el río Pisuerga,
testigo de cien batallas,
esplendor y decadencia,
cruza de noche el silencio,
bajo un gran manto de estrellas,
y, en el espejo del agua
para que todos lo vean,
queda coronado el arte
de la mítica Pucela.
***

 

Juan A. Galisteo Luque

Premio Pucela 2005 en su XIX certamen de poesía
Derechos registrados y fotografía del autor

 

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