Si los molinos hablaran
¡cuánto gallo cantaría!
que en este vivir mundano,
soberbio y engalanado,
no ha existido un caballero,
más gallardo y soberano,
como lo fue Don Quijote,
manchego, en su gallardía.
Si los molinos hablaran,
el viento nos contaría,
su figura triste, ambigüa,
su caminar cortesano;
su lanza de visigodo,
que alargada y en la mano,
a más, de una espada o sable,
de la corte envidiaría.
No fue su afán tener gloria,
ni tampoco la fortuna,
y en su gesto tosco, hundido,
pero también arrogante,
a una injusticia incesante,
golpeó, mirando a la luna.
Dulcinea, fue su dama,
su caballo, Rocinante,
de sus hazañas, Don Sancho,
pregonó, una por una.
Hidalgo, noble y manchego,
fuiste, caballero andante.
El campo de Montiel, llano,
cruzó Don Quijote y Sancho,
el mismo campo, tan ancho,
donde antaño diera lucha
el rey Don Pedro y su hermano.
No fue su ambición, el hecho
de tal misión y bravura,
ni tampoco la locura,
la que ahondó firme en su pecho;
fue la injusticia, el despecho,
la villanía perversa,
la codicia vil e impura,
que quedó en su mente inmersa;
caballero, Don Quijote,
rey de la triste figura.
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Autor: Juan A Galisteo (Galeote)
del blog del autor.
http://poemasparaelrecuerdo.blogspot.com