Sé que puedo elevarme cada día
y extender con el sol mi risa franca,
componer con idílicas imágenes
los dedos del asombro;
abrir alegremente mis pasillos
y desatar un nudo de palomas
sobre la piel del cielo.
Puedo enmendar la luz que tengo inerte
y baldear con un destello nuevo
los oscuros portales de mi pecho;
sentir otras palabras casi ciertas
y lanzarlas al mar de mil azules
como tantas botellas de los náufragos.
Puedo vivir, con mi tesón estúpido,
acumulando el premio de la farsa
sin que nadie sospeche cuánto finjo.
O puedo ser real en mi silencio
y morirme, también, como hago siempre,
sólo libando ese veneno triste
que destila mi voz si no te nombro.
Mari Cruz Agüera
Un buen poema Mª Cruz, profundo y reflexivo .
Te envío un saludo cordial. Juan