Mujer, solo hace un rato pasé por esa esquina
en donde aquella tarde te dije que te amaba.
¡Déjame recordarte nerviosa y sonrojada
temblándome en las manos como te vi aquel día!
Acaso un viejo otoño de forma tan absurda
se cuela en el perfume de la nueva llovizna.
¡Déjame que te nombre aunque no escuches nunca
y aunque no sepas cuánto te quise y te querría!
Porque al pasar de nuevo sentí que aquellas horas
lozanas regresaban como retorna el viento.
¡Déjame que te extrañe…, así…, vano y a solas,
y que no sepa nadie lo triste que me siento!
Marcelo Galliano
Hombre: hace apenas un instante que leí tu grito de añoranza fértil entre quién sabe cuántas nostalgias.
Precioso, nada más. ¿Nada más?
Me extendería, me extendería…, pero otros lo harán por mí.
Me quedo con tus versos en blanco y negro, con todo el brillo de esas lágrimas que quizá surgieron a la vuelta de tu esquina.