Muchos personajes en busca de autor. Por Elena Marqués

Cuando escuchamos la palabra «homenaje» la rodeamos casi sin darnos cuenta de una aureola de solemnidad. Automáticamente la relacionamos con alguien que ya no está con nosotros, o que le quedan tres cuartos de hora para fallecer, y que destaca por algo grande. Entonces los términos laudatorios se suceden, se olvida lo que de malo esa persona, tan humana como otras, haya tenido y mantenido dentro y fuera de su profesión; se acentúan sus bondades y merecimientos. Y se intenta por todos los medios que la emoción nos embargue hasta el punto de hacernos llorar. Esas lágrimas son necesarias en un acto de tal calibre, un reconocimiento más o menos sincero a la ausencia, al vacío y el desconcierto a los que la criatura en cuestión nos somete.

Nada que ver, pues, esa ceremonia con este homenaje que Depablo i Martí (Valladolid, 1980) rinde a escritores tan representativos y diferentes como Edgar Allan Poe, Benito Pérez Galdós o Federico García Lorca, donde las lágrimas nos sacuden por una causa muy distinta: la risa permanente que nos provoca esta historia absurda que se inicia con un atropello y la visión difusa de una cabeza cana y fantasmagórica que más tarde identificaremos con la de Victor Hugo en carne y hueso.

La increíble y formidable historia de un escritor que no quería serlo (El desván de la memoria, 2014) es una disparatada y divertida novela cuyo protagonista, un huérfano perdido entre el desconcierto y el alcohol, se enfrenta a dos facciones de autores muertos que lo hostigan y acosan con propósitos distintos. Unos lo persiguen para matarlo mientras otros se encargan de defenderlo a toda costa. Y la razón es estrictamente literaria.

Al parecer, aquel niñato de apenas 19 años que va dando tumbos por diversos lugares de la geografía veraniega de España puede convertirse, si nadie lo remedia, en un gran escritor. La evolución de la literatura y el estado en que se encuentra en la actualidad entran a formar parte de la historia como el protagonista más importante.

Por ello, aunque recomendable para todos los públicos por su lenguaje fresco y desenfadado, por su narración en primera persona y en un presente que nos acerca aún más a los hechos hasta vivir con el protagonista-autor la angustia de la persecución y la perplejidad ante los sucesos; por su ritmo trepidante y esa mezcla de intriga, humor y surrealismo, con esta novela los escritores, y aún más quienes pretender serlo, pueden disfrutar de lo lindo al encontrarse por la calle con los inmortales de las letras resucitados en su faceta más villana y ambigua, e incluso con algún personaje ficticio tan desconcertante y espantoso como el mismísimo Gregorio Samsa trasmutado en gigantesca Blattodea.

No voy a engañaros en cuanto a la profundidad de sus personajes, caracterizados por escuetas pinceladas que rozan la caricatura (qué mejor modo de representarlos en la cubierta), o la presencia de una moraleja seria y esperada para toda obra que pretenda sobrevivir a su tiempo. Aunque nos hace reflexionar sobre el futuro de la literatura y su elemento trascendente como fundamento del hecho artístico, este fabuloso juego está escrito básicamente para hacernos pasar un buen rato.

Pero una obra divertida, a la par que bien elaborada y pulcramente escrita, es harto complicado de conseguir. Provocar el llanto es más fácil que conseguir arrancar una sonrisa; la tragedia nos resulta más universal y digna que la comedia. Sin embargo, puedo afirmar que Depablo i Martí, pero el de verdad, no ese trasunto desarbolado que corre por el libro, se erige con esta su primera novela en un entendido en la materia.images_039

5 comentarios:

  1. Muchas gracias, Elena. No hay mayor satisfacción para un editor que sus libros gusten. Si además se hace con una reseña tan acertada, tan «dentro» de esta divertida y a la vez «metaliteraria» novela, pues mejor que mejor.
    Pienso que en esta época tan complicada como vivimos hace falta mucho humor, y que el humor puede ser la a vez entretenido e instructivo.
    Un abrazo

  2. Depablo i Martí

    Muchas gracias por la reseña. Es hermoso que alguien hable así del libro.
    Un saludo.
    Depablo.

  3. Sin ánimo de menoscabar esta interesante reseña de la divertida y no menos atractiva novela del compañero Depablo (que intentaré disfrutar estas vacaciones); me gustaría no obstante, Elena, que me explicaras el verdadero «sentido» del primer párrafo con el que comienzas esta reseña, pues no es mi intención mal interpretarlo.

    Sin embargo, -y no sé si tú eres consciente de ello, no pretendo molestarte- algunos compañeros que hemos rendido algún homenaje a otros, estos últimos días, podríamos sentirnos aludidos pensando que hasta las acciones que acometemos con cariño y dedicación, pueden verse trivializadas con según qué palabras. Sobre todo si uno piensa, de forma bastante unilateral por cierto, que rendir un homenaje es solo un despliegue de solemnidad fingida o patetismo cuando alguien fallece.

    Existen homenajes, bajo mi humilde opinión, de mil y un tintes. También están aquellos, sinceros y cercanos, que rendimos a personas muy queridas que aún viven. Quizás sean éstos los que menos desconcierto nos causen, en eso tienes razón.

    Un saludo a todos. Buen día.

  4. Elena Marqués

    Nada más lejos de mi intención burlarme. Yo soy la primera que he querido rendir homenaje a compañeros que se han ido y no pienso que ninguna de las manifestaciones de dolor sea falsa. Solo forma parte del tono de la reseña de un libro en el que el humor es uno de los principales protagonistas, una novela dedicada a la literatura y a los escritores de una forma algo cómica, y eso me hizo pensar que normalmente esos temas se rodean de cierta solemnidad y se nos olvida que un homenaje puede hacerse de otra manera. Siento mucho si se me ha malinterpretado.
    Besos para todos.

    • Te agradezco la inmediatez de tus explicaciones. Quizá el error (por mi parte) haya estado en la misma palabra: «homenaje», rodeada para mí de unos contenidos explícitos, entrañables y especiales, que no siempre (insisto) tienen que ver o están asociados de forma ineluctable a la solemnidad que puede conllevar lo funerario. Gracias.

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