«No habían caído en manos de un enemigo que se sintiera en el deber de considerar el derecho humano por razones de reciprocidad. Habían caído en mano sde un enemigo mucho más terrible, de ese enemigo que no estaba impedido por ningún escrúpulo: Su propio estado»
Los cuarenta días de Musa Dagh, el famoso y estupendo libro de Franz Werfel narra el holocausto armenio a manos del Imperio Otomano en 1915. No solo narra el holocausto sino también la resistencia que las aldeas alrededor de la montaña del Musa Dagh organizan para resistir al turco. Narra también como se organiza la vida en la resistencia, aislados y sin comida. Y también los vanos intentos de un pastor alemán Lepsius por ayudar al pueblo armenio. Hay un diálogo muy interesante entre este personaje y Ever Pachá en el que el comandante Turco revela el por qué de la deportación masiva de armenios, los piojos según él del estado otomano.
En el Musa Dagh, 1500 hombres mujeres y niños resistieron el embate del imperio Turco durante cuarenta días hasta que fueron salvados por la armada francesa. Resitieron con organización la falta de comida porque preferían morir matando a morir en las carreteras que les llevaban a la deportación. Y fue un hombre, criado en Europa Gabriel Bragadian capitaneó a los habitantes de la falda del Musa Dagh, y fue su hijo Esteban quien propició alguna de las victorias conquistando dos cañones, victoria que no fue reconocida por su padre… Pero además de todas esas visicitudes se narran otras, las relaciones sociales en el aislamiento pasan factura en la organización de la resistencia.
Me ha gustado mucho, tanto por la prosa impecable de Werfel como por la historia que narra y todas las reflexiones que entorno a la nacionalidad me he planteado. ¿Tengo yo ese sentimiento de pertenecer a una etnia? Evidentemente no. El sentimiento que los protagonistas tienen de pertenecer a la nación armenia no es el que yo tengo. Ha coincidido mi lectura con el Mundial de Fútbol. Me ha sorprendido que esta nación nuestra, España, tan poco dada a identificarse con la bandera se vertebre entorno a 23 jugadores y el sentimiento nacional nazca del fútbol. Quizá sea eso, en tiempos de paz ninguno nos identificamos con los colores de la nación salvo para acontecimientos deportivos. ¡Qué diferentes son las cosas en tiempos de guerra! Gabriel Bragadian necesitó de organizar una resistencia para sentirse armenio. Es tan bonito que aquí baste un partido de fútbol para sentir lo mismo….En fin, leanlo si gustan, creo que no les decepcionará.
Brisne
Blog de la autora.