“Ombrosa ya no existe. Mirando el cielo despejado me pregunto si en verdad ha existido. Aquella profusión de ramas y hojas, bifurcaciones… Quizás era un bordado hecho sobre la Nada que seasemeja a este hilo de tinta tal como lo he dejado correr por páginas y páginas… que a ratos se desgrana en gruesas uvas claras, a ratos se espesa en signos minúsculos como semillas puntiformes… y luego se atasca, y luego vuelve a enroscarse, y corre y se devana y envuelve un último racimo insensato de palabras, ideas, sueños y se acaba”.
Ombrosa acabó ayer a la tarde en mis ojos. He recorrido las ramas de sus nogales, sus cerezos, sus olivos… de la mano de Cosimo Piovasco di Rondò, heredero de la baronía de Rondò, un territorio situado en la frondosa Liguria del siglo XVIII. Cosimo subió a un árbol huyendo de los caracoles y la mesa de sus padres. Conoció a Viola y no bajó jamás.
El hecho de vivir entre árboles, no impidió a Cosimo ser parte de su sociedad, conocer el amor, el deleite, trabajar e incluso hablar con Napoleón.
Es un libro divertido, ameno en su lectura, muy propicio para el verano. Me ha gustado recorrer Ombrosa de la mano de un Barón que vivía en los árboles y usaba un gorro hecho de las pieles de un gato montés.
Y me ha asombrado cómo un «salvaje» era también un intelectual, en una época en la que parece que no casan demasiado bien ambos términos. Cosimo cazaba, podaba, vendimiaba y se emocionaba con sus lecturas.
Al final se pierde sujetándose al un globo. Se eleva al cielo.
Me ha sorprendido mucho que se pueda plantear la vida desde las ramas de un árbol y como se integra plenamente en la sociedad de Ombrosa. Es curioso que sea capaz de hacerlo desde la altura cuando muchos no logran -o no logramos- ser tan productivos desde el mismo suelo.
Lean a Calvino. Merece la pena.
Brisne
Blog de la autora.