Me gusta matar gente. Por Felisa Moreno Ortega


Es un hecho probado, en la mayoría de mis relatos y/o novelas muere alguien de forma trágica, es decir, no por una muerte natural y placentera en una cama, rodeado de su familia, no. Normalmente suelo acabar con mis protagonistas de mala manera, suicidios, asesinatos, accidentes, etc.

Como muestra un botón, que diría una costurera, en mi última novela “Una idea absurda”, inicié el primer capítulo con un cadáver, y por el camino me cargué a unos cuantos más. Lo que en principio iba a ser una historia de infidelidades, se convirtió en una auténtica carnicería.

Y no me explico estos instintos asesinos míos, soy una persona enemiga de la violencia, no disfruto con las películas de guerras o asesinatos, ni aquellas que sean demasiado sangrientas. Desde pequeña me ha gustado hablar, razonar, evitar por todos los medios llegar a las manos. Aunque confieso que me tiré de las trenzas con alguna que otra niña, a veces era inevitable.

Y esta reflexión viene porque el otro día se me ocurrió un relato, fue mientras hacía algo tan inocente como tender la ropa. Nació así, de pronto, en el patio de mi casa; lo fui estructurando mentalmente, y me gustaba. De pronto, caí en la cuenta que terminaba matando a la protagonista, como siempre. Ahora no me apetece escribirlo. Estoy dándole vueltas, a ver si consigo salvarla sin destrozar el cuento.


Felisa Moreno Ortega
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