Desde el mismo instante en que te vi sentí que jamás nada sería como antes. Por Dorotea Fulde Benke

manos

Desde el mismo instante en que te vi sentí que jamás nada sería como antes.
Había pasado la noche en vela, aquejada de dolores, sola entre batas ambulantes. En el pasillo las había de todos los colores, a rayas y con flores, más o menos largas, apretadas o sueltas, abultadas todas ellas. En la sala ya solo las había verdes y azules con mascarillas y gorros a juego. Había manos alrededor y hasta dentro de mí. Una voz daba órdenes: ¡Empuja! ¡Respira! ¡Aguanta! ¡Descansa!

Tu llanto fue indeciso, apenas audible. Luego te ví. Una cara color de miel, ojos firmemente cerrados, manitas minúsculas, todo envuelto en un paño verde ola a trasluz. Juraría que abriste un ojo al sentirme, que dejaste de llorar por saberme cerca, mientras a mí se me saltaron las lágrimas.

 

Dorotea Fulde Benke
Blog de la autora

Un comentario:

  1. Qué preciosidad, Dorotea; muchísimas gracias por los sentimientos de amor tan bellos que transmites.

    Un saludo.

Responder a Mar Solana Cancelar la respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *