Carlos del Amor, Emocionarte
Mirar, mirar, y volver a mirar, parece decirnos una y otra vez el narrador que nos abre la puerta de la ficción en cada capítulo de Emocionarte. Porque, quizá, una de las cosas más importantes de la vida sea aprender a mirar. Entre las encrucijadas del tiempo. Alrededor de nuestra vida. Frente al Partenón de la verdad… Delante de un cuadro. Para, a partir de ahí, iniciar un viaje, el propio, aquel que nos puede llevar a las entrañas de lo desconocido, o a lo más profundo de un bosque que en apariencia lo cubre todo. Un bosque que no es un bosque cualquiera, sino el bosque de los sueños. Un lugar donde no cabe mentir y sí disfrutar del arte de la contemplación. Contemplar aquello que conforma la esencia de la que estamos hechos. Y no sentir miedo a la hora de hallar la verdad de nuestros más íntimos anhelos. En ese camino hay muchas etapas. Una de ellas es la de escudriñar la naturaleza de la belleza. El poeta británico John Keats dijo que: «La belleza es verdad; la verdad belleza». En nuestro caso, esa belleza es una belleza hecha arte. A través del color. El paisaje. La abstracción. El misterio… Una belleza tan necesaria como el aire que respiramos. Una belleza que nos lleva sin remedio hasta la que Carlos del Amor nos muestra en Emocionarte (La doble vida de los cuadros); un trabajo con el que ganó el Premio Espasa de Ensayo 2020.
Uno de los secretos de este libro es el atrevimiento con el que su autor nos invita a pasear por ese bosque de los sueños que representan todos y cada uno de los 35 cuadros que lo componen. Unos cuadros, y sus autores, sobre los que ha creado historias de ficción que nos dibujan esa capacidad que todos tenemos de mirar. Y, que en el caso de Carlos del Amor, es mágica, lúdica, introvertida, audaz o serena, porque en cada una de ellas, crea historias dentro de la propia historia del cuadro y su autor/a, que no solo nos lo presentan, sino que lo traspasan más allá de los límites del lienzo que contemplamos para proporcionarnos esa otra virtud que cada uno de ellos atesora: la universalidad, y también, la particularidad de su belleza. La belleza infinita que cada cual reconstruirá una y mil veces o quizá olvidará abandonada en una orilla, pero que no le dejará indiferente, como no lo es la vida propia de cada una de las obras que el escritor murciano afincado en Madrid ha elegido. Obras que a él le transmiten esa esencia que las hace únicas, y por ende, nos las acerca con la barita mágica de la imaginación que se hace real por un instante. Este truco de malabarismo convierte a Emocionarte en una suerte de realidad basada en la fuerza del arte. El arte entendido como un todo. Como una forma de apuntalar el mundo sensible. Aquel que nos hace sentirnos otro en la búsqueda de la felicidad. Ese otro que siempre anda a la huida y al que apenas conocemos. Ese otro que es nuestro particular reverso, aquel que casi siempre tapa la vida cotidiana que llevamos; una vida llena de asperezas y miedos.
Desde la sencillez del relato, y de la mano del rigor documental, avanzamos tras los pasos del autor como si lo hiciésemos a lo largo y ancho de un museo. El museo que Carlos del Amor ha creado para nosotros. Un museo maravilloso que deambula entre sombras, silencios y secretos. Un museo gracias al que accedemos a esa doble vida de los cuadros con la naturalidad de aquel que asiste a un nuevo alumbramiento: el de la belleza en sí misma. La belleza como huella perenne de toda una vida. Una vida con la que emocionarte. Una vida en la que poder perderte en el bosque de los sueños.
Ángel Silvelo Gabriel.