Raza de débiles, ven todas las rosas
sobre las aguas negras de la vida.
Venid y ved que allí donde ponéis los dedos brota música.
Antonio Colinas
Una madrugada
Un instante sólo
La Raza de los Débiles
Se rebeló – en silencio –
Cuando el Débil de los Débiles
– el esquizofrénico genial –
robó el Astrolabio
de la Cuna Dorada de Los Fuertes
– Mas no sirvió de nada –
Porque el débil – consciente
De su locura, que antes ignoraba –
Tornó manso, NERVIOSO y consternado
a su Cuna de Paja
Todos los lobos
– todos los Fuertes –
Al salir de la cárcava
cagaban sus lugares comunes
Y sus buenas intenciones
– discretos –
Mas un día se cansó
El Débil
de ayuntarse
al juicio de los plebeyos predadores – discretos -.
El papel del día
se le impregnaba al punto de que ya le sorprendieron
las vetas de su propia piel
– discreta-
en una charca:
“No importa la calidad
No importa que el talento
No espejee casualmente
– discreto –“
Y El Débil vuelve a la cuna
– de paja –
donde virtualmente hace lo que le da la gana
teje
tan finas hebras de sueños
que nunca las vislumbráis
– vosotros, lobos discretos –