Ojos buscan en la imperfecta claridad.
Flores blancas,
la prudencia trae la calma.
Espíritu cautivado de asombro
nutre sublimes encantos.
Mis manos son formas del misterio.
Beso la fragilidad,
el aroma nos envuelve
cuando respiramos amor.
Nos protege la luz
Te equivocas
si crees que el desaliento inundará mi ser.
Remolinos y truenos caen sobre la maldad.
La tierra aún es refugio.
Vibra entre los pasos.
Cada cerco delimita sin batallas.
Nos gobierna la necesidad de protegernos.
Entramos por la puerta del espíritu,
nos besa la vida.
La manada habitará la noche.
Mientras los teros, guardianes del descanso,
ven como descienden los luceros.
El sol se eleva
y las aves emigran hacia otros horizontes,
aletean viento entre diálogos.