Icono del sitio III Certamen Poemas Sin Rostro

29-La sociedad de los poetas libres. Por El profeta

A todos los soñadores que pincelan palabras.

En un mundo de pensamientos ignotos

vivía una sociedad secreta tan hermética

que los fantasmas de las ideas

decidieron investigar su paradero.

Surcaron montañas de letras,

consonantes, pronombres y verbos.

Pasaron ríos plagados

de preposiciones, artículos y acentos.

Una avalancha de adjetivos

casi los tapia entre lanzas de diptongos

y las letales rimas mientras pasaban

un destartalado puente colgante

hecho de fibras de sujetos

y pretéritos imperfectos.

Sin aliento, llegaron a la cima.

Adheridos a una lustrosa pared de comas

pasaron sobre los resbaladizos

puntos suspensivos

y de pronto, ahí estaban,

frente al majestuoso

y señorial punto final

que estaba flanqueado

por dos rudos puntos y coma

que sostenían afiladas exclamaciones

y cuatro fuertes e insensibles dos puntos

que en su pecho terciaban

un enjambre de cartuchos de interrogantes.

Recobradas las fuerzas,

los fantasmas de las ideas,

tambaleantes, le preguntaron:

¿Qué tenemos que hacer

para tener el honor de ser miembros

de vuestra distinguida sociedad?…

¿Qué méritos alcanzar

y cuál la cuota que debemos pagar?

El privilegio es simple,

contestó el Rey de los puntos,

tanto que no se necesita mucho:

Es tomar amor, sueños y fantasía

y juntas lanzarlas en un bosque

repleto de pasión, ilusión y sentimientos.

Cuando comienza a oler a esperanza

se adereza con un poquito de dolor,

se le echa dos gramos de realidad

y cuatro cucharadas de imágenes surtidas

y dos hojas de llanto picante

cultivadas en el corazón.

Cuando la cocción

pasa de las horas del pensamiento

ha llegado el momento ideal

de ponerlo a enfriar

no sin antes darle otro toque de amor.

Después, sólo una palabra…

y detrás de ella otra cabalgando

sobre una más lejana y ésta corriendo

con alegría tras otra que busca la libertad.

 

 

 

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