Aquí,
mirándote otra vez , libertad del alma,
entre barrotes y zarzas
no pudiéndote disipar
más que en la cercana distancia.
Ya,
dando al ánimo por vencido
de lo que fue y no ha sido,
de que las cosas acaban, se paran,
se acentúan en el apresuramiento,
de quererlo todo, aunque el todo esté lejos.
Ahora,
otra vez la voz que implora
misericordia y perdón por las venganzas,
del despecho del corazón cayendo bajo.
¡ Obstinada, obstinación!
Pero, esta vez no.
Hoy,
yo me remontaré hasta la luna,
esa, la que me trae recuerdos de falsa amarguras,
y podré ser la bala del cañón
pero su llama hoy, no la encenderé yo.