Puedo arrojar al espacio
un millón de palabras
enjoyadas
pero ninguna
aliviará siquiera
el hambre de un solo niño.
Puedo crear miles de metáforas
fantásticas
y no servirán para detener
ni una sola bala.
Podría llenar de poemas infinitos
el cielo
las estrellas
y el rocío
y sin embargo
no podrán abortar
el atentado.
Agobiaré con letras las nostalgias
del exilio de los miles
de seres refugiados
y ninguna logrará
suavizar sus angustias.
Pero seguiré,
seguiremos, poetas,
en la lucha,
porque cada palabra nuestra,
como un himno tenaz,
sirve,
servirá,
y porque cada poema
sirve,
servirá,
para enjugar la lágrima
que áspera se dibuja
en la piel dolorosa,
en lo profundo del deseo
y en las entrañas,
porque cada frase nuestra
sirve, servirá
para alertar la esperanza,
y servirán todas ellas,
como fue en un principio
y lo será hasta el fin de los tiempos,
para devolver a la memoria,
aunque sea por un instante,
la sonrisa furtiva
de ese único beso de amor.