Dicen que hay solo un abrazo que salva
y un beso que condena
Aquella noche contoneabas tu pelvis como la parturienta,
generando un alivio con ecos de desahogo,
el sudor recorría los poros de la carne
y lo carnal aparecía entre giros, luminoso.
Dicen que hay solo un abrazo que salva
y un beso
Aquella noche yo me miraba en tu saliva ácida,
que reflejaba los perfumes de las secreciones,
sustancias pegajosas como un mal recuerdo,
remordimientos de una cópula fallida.
Dicen que hay solo un abrazo que salva
Aquella noche yo únicamente pensaba con química:
ocho de nicotina y diez de alquitrán y monóxido;
todo lo demás era el humo de la ira
y el fuego de la impotencia.
Dicen que hay solo un abrazo
Aquella noche me rodeé de sueños adormecidos,
permití que me penetraras tú sin falo,
porque solo los momentos que se escriben han sucedido,
porque lo sucedido, sin letras, jamás pasó.
Dicen que hay
Aquella noche me desintegraba en tu integridad,
volé contigo a los oasis del placer, sumisos,
al ímpetu de dos animales que además se pretenden,
y se tocan, se intuyen, palidecen, se escurren.
Dicen que
Aquella noche me faltaban dedos para rodearte
pero, a pesar de todo, algo me llevé entre las uñas,
unas uñas que ahora rasgan estas hojas mojadas
y las encharcan de arabescos imposibles.
Dicen
Aquella noche comencé a crearte, a moldearte,
te ajusté a un sistema de 23 elementos
y con ellos he pretendido definir tu esencia:
esta gris probeta de fonemas y de putas.