Rugidos de guerra recorren las calles
con gritos que raspan y rasgan el aire
rompiendo con rabia, ruido de cristales.
Ya truenan terribles tambores triunfantes;
trepidan trazando trayectos traidores
que estallan y tronzan truncando gigantes.
Aguerridos grupos de grises guerreros
son perros furiosos que gruñen, que arañan
destrozan y muerden: hay sangre y lamentos.
El viento soplaba silbando su suave
susurro: era el silencio sin miedo
de cuerpos bajo las sábanas, muertos.
Tan sólo se olía un humo siniestro
sembrando cenizas y sucios recuerdos
sobre calles desiertas de vida y de sueños.
Y al fondo de todo…
…. aquella paloma que se desangraba.