Por esta calle surge inevitable el olor a sal ardiente
aire que corona el sonido del invierno
por este recto sendero de cristales bajamos muchas veces
desde un ramaje espeso y al filo de la sombras que encienden pasta
deslizados entre la simetrías compactas de los postes
y las moles bancas abiertas de muerte
Si caes
por esta ruta atravesada de negras gomas
donde el cemento ametralla voces mudas
en los largos pasajes con graffiti
y el crujido de los árboles corroe este aire de pescado soñoliento
si caes inevitable en una pista paralela al aeropuerto
y desciendes a esta calle de santos muertos
de tanto humo dolorido,
de caras estrelladas y de fuego con sabor a frío
cae y aterriza de pie, apaga las luces despacio
guarda silencio
que un tormento de gente devora el parque
así la ruina emerge de la noche y con ellos los ruines lamentos
pronto
entre la repetición sorda y mecánica
alguien enciende hierba y desata el fuego mordaz
y la lluvia de luces es aplastada en los muros ciegos
y un par de pálidos negros te preguntan la hora
entre los rumores envolventes de turbinas y ladridos
maquina que jadea y sopla el aliento keroseno
en un río hondo que recorre
la estación mas gris y
un largo camino de fuego que resbala
inevitable entre la música perdida del humo formidable