Icono del sitio III Certamen Poemas Sin Rostro

177- Soñando sobre el oceano, amor en las nubes. Por Marqués de los Jardines de Aranjuez.

Quisiera encontrar la puerta de ese sueño,
morar en él, tapiar el embrión del día,
pero una palmada desperezó mi cadera
antes que el despertador sonara
devolviéndome a la alcoba.
Encontrarlo y conquistarlo
y la bandera altiva de sus ojos,
para que no tuviera luz esa mañana,
pero siempre hay una puerta
que se abre y nos alerta
y una ventana que se cierra y nos lacera.
Esa ventana mostraba un mar en calma
desde la celestial altura de tu mirar insomne
donde compartiríamos una paz insospechada,
una ternura desnuda, habitada de nosotros.
Esos caminos entre pinares y flores estivales
nos llevarían a esa casa de luz serena
atravesada por una brisa
de anticipada primavera,
donde nos convocó un sueño
de primeros de diciembre.
Yo recuerdo tus ojos,
la bondad absoluta del niño en el hombre,
tus manos asaltando mi espalda
rondando la cintura,
el amor abatiendo ventanas
ante un mar por Dios bendecido
en la belleza.

 

 

Recuerdo haberlo visto,
ese mar,
en antiguas postales que dormían
por los armarios nuevos del recuerdo,
desde aquella casa
que sólo existe en la memoria,
asomada a campos de amapolas
y frutales; edenes que nacieron
desde el alba.
Recuerdo que más de una mañana
no quise despertar  y otras,
en las que despertar
era la clave.
Hay sueños donde el color de un paisaje
o la miel de unos ojos,
la calidez de unas manos,
unas palabras sonoras,
los aromas, los caminos,
se dibujan en las sábanas como un lienzo enorme
del que es necesario y vital ser parte
para afrontar el día.

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