Icono del sitio III Certamen Poemas Sin Rostro

16- AMOR ETERNO. Por ALBERTO DE LISS

Ellos lo creyeron, y se juraron amor por siempre,
fidelidad hasta la muerte,
hasta donde llegase unida su existencia.

Se prometieron respeto, dignidad, y descendencia.
Hablaron de proyectos compartidos
donde no cabían reproches.

Se esforzaron por alcanzar, ilusos,
el rayo de felicidad que brillaba allá a lo lejos,
e idearon un futuro, un buen futuro,
en el tiempo que les quedaba delante.

Se creyeron otros, ajenos de quienes eran.
Se convirtieron, sin querer, en gente que no fueron
en quienes no quisieron ser,
y se miraron un día y descubrieron que no podían verse.
Se miraron buscándose el uno al otro
y no se vieron
y se dieron cuenta entonces
que andaban los dos perdidos
que se habían alejado el uno del otro
desde hacía ya bastante tiempo.

Ella lloró desconsolada
mientras soportaba que él la usara con delito
acariciándola  sobre las sábanas blancas
enferma de ausencia y cargada de nostalgia.

Fueron personas que compartieron su tiempo,
tan sólo el tiempo que tenían,
y nada más.

Estaban juntos, y estaban solos.
Se habían perdido en su sueño
en el desierto eterno de su existencia
y habían despertado de repente entre sus  miedos.

En sus ojos, carentes de miradas
asomó un grito sin palabras,
un grito ahogado, un grito ciego
de desesperación y de abandono.
 
Y así vivieron hasta que un día
la una vio al otro muerto
y en la ausencia absoluta del amor

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