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152-Vida en común de una pareja envidiable. Por Balhissay

Hoy regresarás a las nueve menos cuarto
del piso veinticinco de Torre Picasso,
con algo menos de futuro en la estela
y un racimo angustioso de ojeras
sin lenguaje en cada mano.

Yo llevaré media hora en casa,
tomando posesión de sus recodos imprevistos,
defendiéndome de la maleza con el cinturón
y la corbata, arrojándole estos zapatos
sanguinarios, devoradores de pies y entusiasmos.

Extenderemos sobre el parquet acuchillado
las alas arrugadas, salpicadas
de agua sucia y de ciudad.
Con un lápiz de labios rojo pasión
pintaremos sobre el lomo
las sonrisas que nos han negado hoy.

Nos aventuraremos juntos en la ducha,
consumaremos nuevas obscenidades
con el jabón, el agua y los dientes;
nos convenceremos, a pesar de los pesares,
de que constituimos una pareja envidiable.

Prepararemos una cena electrodoméstica,
desertaremos a mitad, cargaremos los fusiles,
abriremos nuevas trincheras en el sofá.
Me pedirás que te cuente algo,
que cambie de canal,
que te acaricie los pies sin hacerte cosquillas.

Las últimas bravuconadas pronunciadas,
las apuestas solemnes
que aspiran a confundir la verdad precisa
de los sueños que vienen detrás,
repetirán mentiras que nos consuelan.

Yo volveré a prometerte:
las primeras horas que recupere al tiempo
las dedicaré a escribir mi guión.

Tú me jurarás de nuevo:
cuando haya una próxima que ocupe
tu puesto de novata en el trabajo,
darás fin a los cuadros empezados.

A las siete menos veintinueve
después de esta muerte con solución
el despertador atronará leal,
nos cogeremos de la mano,
nos desearemos suerte
desde el centro intacto de la niebla
y, de un salto,
                      bajaremos al mundo.

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