Sólo en balcón se escuchan las risas ahogadas que llegan del cuarto contiguo.
La de ella acercándose por detrás,
acariciándole el cabello,
haciéndole sentir sus dedos largos y finos buscando el cuello,
el vello encanecido del pecho; el sexo.
Una especie de deseo desabotonador.
Le dice algo que él no puede entender envuelto en la penumbra
del primer gemido que penetra la mañana y en la sangre
agolpada en un único punto palpitante y morado; casi negro.
Él abre los ojos al botón de un seno que le apunta a los labios
y se le niega.
Ella intenta…
singular posición de estiramiento sobre un mar de piel-piel,
otra especie de deseo: calculado.
El ritual de las caricias, el frío de los pies, el calor de los labios.
Cielo perseguido, atrapado, hundido entre pliegues resbalosos
y ácidos.
Telas que se quejan. Paredes que se expanden.
Confusión de brazostorsos, de besosmanos,
como cuerpos recién inventados,
camuflados …inmóviles …silenciados.
Fusión: esa dulceamarga percepción de los amantes.