A mi no me va a pasar.
Dices sin saber,
Prefiriendo no ceder
Tu propio parecer.
Sos ajeno a aquello
Que no incluyes
Entre lo que ante ti existe.
Y solo es tu mente,
Quien lo crea o lo destruye.
Tal vez una noche,
En la que no sepas
Si la sombra que ves es tuya;
Y no encuentres diferencia
Entre tu natalidad y la suya…
Tal vez se acorten los espacios
Entre universos paralelos.
Y ante aquello a lo que fuiste ateo,
Dirás ahora, creo.
Y el imperio,
Que al presente reinas,
Ese que te perteneces
Sin ningún legado.
Se colapse desde la nada,
Agachando tu cabeza,
Haciéndote tu propio esclavo.
Y la opción de la que hoy gozas,
A la que le ameritas tus conquistas.
Caiga ante su propia derrota
Derrocada por una bala realista;
Desangrando sus verdades,
Entregando como rehén,
La elección de su vista.
Caída la espada,
De la moral bien conservada,
No existe ya mas nada
Que vivir sin estado de presencia;
Prescindiendo del todo…
Inclusive de la propia existencia.
Y si te salvas, valdrá la carta
De una conciencia resistente
Que te mantenga en el presente,
Aferrado a una soga;
Evitando que te lleve la marea,
De la debilidad, la culpa y la deshorna.
O caes en manos ajenas,
O te clavas el puñal
Y mueres ahorcado
Por tu propio cordón umbilical.