Siempre he visto nuestro cerebro como un inmenso ordenador lleno de conexiones, preparado y dispuesto a llenarse de información una vez que se ha formado dentro del seno materno.
Cada vez me asombran más los descubrimientos que se efectúan en el campo de la neurociencia en torno a ese pequeño procesador instalado en nuestra cabeza.
Cada vez me asombra más que por una desconexión del cerebro a la neurona competente se produzcan alteraciones, enfermedades que pueden cambiar totalmente la vida: amnesia, epilepsia, párkinson, trastornos depresivos, etc.
Podría extenderme en cada una de las enfermedades, o trastornos de la mente, pero he preferido centrarme en este artículo en el autismo, en lo que poca gente conoce o nunca antes se ha contado sobre él. Pero tranquilos, explicado de una manera sencilla y también adelanto que lamentablemente dejaré, formularé una duda moral.
Voy a explicar que a veces, cuando se forma el ser humano, el cerebro no se desarrolla de igual manera en todos sus puntos, en todas sus extensiones y conexiones, dando prioridad a una parte específica de éste.
Te diré que, cuando se da prioridad a la memoria, al aprendizaje, a la acumulación de datos en pos de la parte afectiva en el cerebro humano, se produce el autismo.
Te explico que las personas autistas suelen ser tremendamente inteligentes debido a su facilidad de aprendizaje, de cálculo matemático, pero dan prioridad a estas acciones y no a cosas cotidianas del día a día porque les aburren, no suponen para ell@s el aliciente, el estímulo suficiente que les reporta el aprendizaje.
Te descubro que estos niños y niñas sí prestan atención cuando son imitados, observados, y es entonces cuando su cerebro presta atención, procesa esas “cosas” mundanas, cotidianas del día a día.
Te desvelo que su inteligencia, superior a la media, y su capacidad de aprendizaje rápido no están reñidos con el desarrollo emocional. Simplemente esta aplicación —utilizando jerga tecnológica—, la emocional, no está desarrollada y sí… se puede desarrollar.
El autismo (TEA) o trastorno del espectro autista está catalogado hoy por hoy como un conjunto de trastornos complejos del desarrollo neurológico que se caracteriza por las dificultades en las relaciones sociales, sobre todo en la capacidad de comunicación y en ciertos patrones de conducta.
Son considerados trastornos neuropsiquiátricos y poseen un amplio abanico de manifestaciones, de tal modo que dos personas con el mismo diagnóstico se pueden comportar de diferente manera y tener distinta actitud.
¿Qué causas provoca el autismo?
Según la medicina actual sus causas son desconocidas, aunque se sospecha que son cambios o mutaciones en los genes debido a múltiples factores.
Si me permites voy a enumerar esas sospechas, pero ampliándolo un poquito más como siempre suelo hacer en mis artículos; una ampliación basada en la ciencia, sí, en los estudios recientes, y también en la pura lógica, que a veces es lo más evidente.
Factores que favorecen la aparición del autismo:
Agentes genéticos:
Cuando el ADN de un ser vivo se está formando, se está creando, escoge aleatoriamente factores de ambos progenitores y a veces se producen desfases en esa aleatoriedad que puede llevar a una desviación genética en esa creación. En estudios clínicos desarrollados en mellizos y gemelos, se ha observado que en casos detectados de autismo en uno de los hermanos existe una alto grado de porcentaje, más de un 90%, de que se desarrolle también en el otro hermano.
Agentes neurológicos:
Vamos a visionar y observar nuestro cerebro como un potente ordenador que aguarda paciente a recibir toneladas de información para ir completando éste. La llegada de información se produce, pero mucha de la información recibida se queda almacenada en un hemisferio y al otro hemisferio no le llega esa información debido a problemas, a una mala conexión en la red que da prioridad a volcar la información del aprendizaje y no a las emociones. Si se consigue restaurar la conexión, toda la información emotiva podrá ser leída, procesada y ejecutada.
Agentes infecciosos y ambientales:
Se ha comprobado que determinadas infecciones o exposiciones a ciertas sustancias durante el embarazo pueden provocar estas malformaciones o alteraciones del desarrollo neuronal en el feto.
Agentes bioquímicos:
Se ha comprobado y determinado que el autismo se puede deber a alteraciones en ciertos niveles de neurotransmisión, de aminoácidos, incluso de hormonas.
Verás, la serotonina es un neurotransmisor que, si está bien alimentado de un aminoácido llamado triptófano, que se encuentra en ciertos alimentos tales como huevos, leche, chocolate, dátiles, garbanzos, pipas, etc., y que es uno de los 20 aminoácidos que se incluyen en el código genético, también llamado Codón UGG, es esencial para que la glándula pineal libere serotonina, que es la responsable de la ira, la agresión, el humor, el vómito, la sexualidad, el apetito, la empatía, etc.
¡Sí, lo has adivinado! Es, en gran parte, responsable de las emociones, pero también lo es en un grado superlativo del sueño.
Pues bien, si a este coctel le añadimos “la hormona de la felicidad”, “la hormona del amor”, la oxitócina, que recientemente se ha descubierto que resulta esencial en la estabilidad emocional de nuestro cerebro y que nos ayuda a combatir estados de ansiedad, estrés, etc., tenemos el caldo de cultivo idóneo para favorecer el autismo.
Y ahora nos hacemos las pregunta de rigor.
¿Qué avances importantes de la ciencia tenemos hoy? ¿Qué se espera conseguir en un futuro para paliar o modificar este trastorno neuropsiquiátrico, el autismo y sus variantes?
Muchos son los campos abiertos y amplio el abanico de soluciones en los que se está trabajando; sin ir más lejos, en la Universidad de California, la psiquiatra Kay McDonald sugiere que la hormona que antes he presentado, la oxitócina —la hormona de la felicidad—, podría ayudar a tratar ciertos comportamientos sociales, como la esquizofrenia, el autismo, la ansiedad o la fobia social.
Se ha trabajando conjuntamente con científicos de la Universidad de Zurich (Suiza) mediante un experimento que consiste en un spray nasal lleno de un preparado de oxitócina, el cual es administrado a pacientes afectados por algún trastorno de comportamiento social. El resultado ha sido espectacular pues se ha recuperado y ha aumentado la confianza en extraños, ampliando la empatía. El doctor Thomas Baumgatner,de este equipo de investigación suizo, mencionó:
“Encontramos que la oxitócina tiene un efecto muy específico en las situaciones sociales y al parecer disminuye nuestros temores. Una falta de oxitócina es por lo menos una de las causas del miedo que se experimenta con las fobias sociales. Una persona tiene fobia social muchas veces por el miedo de ser humillado o avergonzado ante los demás.”
Pero avancemos un poco más.
Antes he hablado de que la glándula pineal libera serotonina que también frena ese desinterés, ese desapego hacia los demás que caracteriza el autismo de modo que a un mayor equilibrio de los elementos que antes he explicado, aminoácidos, neurotransmisores, conexión neuronal, etc., mayor equilibrio y mejor manejo de la glándula pineal, pero ¿qué ocurre cuando el sistema no está equilibrado?
La respuesta la encontramos en casos como el autismo en el trabajo que se está realizando con células madre, utilizadas para regenerar esa carencia de aminoácidos que a su vez regeneran los enlaces perdidos en las conexiones a nuestro particular ordenador llamado cerebro para que así llegue una mejor información a la glándula pineal y esta realice su trabajo.
Antes he explicado que la información que lee la CPU instalada en nuestra cabeza —la glándula pineal— viene dada a través del ADN, a través del código genético que alberga. Vamos, un diccionario cargado de palabras esperando para jugar a “Formemos frases”, si así se comprende mejor, pero, en este caso que tocamos, esperan a formar patrones, órdenes específicas que debe dar lectura y aplicación a la glándula pineal.
Pero si deseas que vaya un poco más allá sobre los últimos avances no exentos de polémica en los que se está trabajando y desarrollando a nivel científico es en la reprogramación del ADN para cargarla con información adecuada de modo que trastornos o enfermedades puedan ser curados.
¡Uff!
Creo que todavía estamos asimilando el asombroso gesto de valentía de Angelina Jolie al someterse a una mastectomía radical tras realizar una prueba genética, la lectura de su código genético y descubrir que tenía un 85% de posibilidades de desarrollar cáncer de mama, y ahora nos topamos con esto… con la reprogramación del ADN.
Como bien decía Don Hilarión, aquel personaje entrañable de la zarzuela titulada La verbena de la Paloma: Hoy la ciencia adelanta que es una barbaridad. Y tendremos sí o sí que asimilar otros muchos avances que den de lleno con nuestra conciencia.
Tendremos que pensar a futuro y ver como posibilidad el hecho de que es cuestión de tiempo que los nuevos padres reciban el código genético de su vástago junto al certificado de nacimiento.
Opino que no podemos llevarnos las manos a la cabeza pensando en la reprogramación del ADN simplemente sintiendo empatía —esa capacidad cognitiva de percibir en un contexto común lo que otro individuo puede sentir—, simplemente formulándonos preguntas:
¿Qué haríamos si modificando las pautas, el lenguaje del ADN, pudiéramos salvar o transformar la vida de algún ser querido, o la propia? ¿Qué haríamos si pudiéramos transformar la calidad de vida del enfermo? ¿Qué haríamos si pudiéramos descubrir por qué se activan enfermedades a partir de cierta edad? ¿Por qué las células se regeneran mientras dormimos? Etc, etc.
Pero también opino que nos adentramos en un nuevo umbral tecnológico que es un arma de doble filo porque, como ocurre siempre, en buenas manos decimos BIENVENIDO, en mayúscula, pero en malas malos ¿podría desestabilizar la biología humana? ¿Sería rediseñamiento o ingeniería genética? ¿Cambiaría la naturaleza humana? ¿Se apostaría solo a caballo ganador?
¿Tú qué opinas?
Rebecca van Winter (mayo 2014)
Enhorabuena Rebecca,
soy una escritora que todavía no ha salido del armario por miedo a mis límites. Me han tocado en la lotería genética unos cuantos genes con los que no me llevo bien. «Gracias a la vida», como diría Violeta Parra y cantaba Mercedes Sousa, tengo neuronas espejo que me han ayudado a reparar las que se me han ido muriendo desde hace más de veinte años.
Toda mi vida ha sido un constante aprendizaje de cómo cuidarme, comprenderme y reprogramarme para conciliarme conmigo misma.
Desde que nací mi vida es una constante apuesta por la vida.
He sido caballo y yegua…ganador o ganadora y perdedor o perdedora.
He estado entrenando toda la vida para llegar a decirte esto: todos somos perfectos en nuestras imperfecciones y tenemos derecho a decidir sobre cómo deseamos vivir nuestras vidas.
No he leido tu obra pero la leeré. Soy filóloga y profesora de Lengua y literatura castellana (o española) e investigadora, por vía libre, en psiquiatría, psicología infantil, neurología y sanación holística.
Mi opinión es que todos somos responsables de nuestros cuerpos y nuestras mentes. Y por supuesto confirmo, por propia experiencia, que en nuestras manos está nuestra sanación y el ayudarnos a sanar. También podemos ayudar a quienes están enfermos y deseen sanar, pero siempre desde el respeto, el cariño, la amabilidad, la empatía y la paciencia. No todos percibimos el tiempo, ni el espacio ni las realidades de la misma forma.
Hay que poner frenos a quienes quieran manipularnos. Nuestras vidas las coducimos nosotros mismos y somos responsables de ellas.
Pero por supuesto debemos poner límites y ser seres inteligentes para defendernos unos a otros y ayudarnos.
Un saludo cordial.