uentos estivales (y LXII)
Y… adiós.
-Ha terminado agosto, mi querido Cholo y con él, finalizaré de contarte estos cuentos estivales. -Me comentó, anoche, mi pupilo.
-Hemos repasado -me dijo con clara inflexión emocionada- muchos años de mi infancia en un comprimido resumen, en el que los cuentos y las anécdotas infantiles han sido las protagonistas. Y he de felicitarte por lo fiel que las has transcrito. -Terminó de decirme.
Y, lo cierto es que, aunque ya estaba algo cansado de tanta emotividad, me ha supuesto una gran diversión el llevar a negro sobre blanco todas las historias y aventuras que me ha contado mi pupilo a lo largo de estos dos meses.
Yo espero que, a su vez, a ustedes les haya agradado y divertido su lectura y que les haya evocado recuerdos de sus infancias. Reconozco que al principio estaba un poco asustado mas, como ha tenido un gran seguimiento en Facebook y grupos de WhatsApp, he de sentirme profundamente satisfecho y agradecido.
Dice mi pupilo que -como es obvio- hubo más veranos, como las experiencias de campamentos juveniles o los inolvidables con la pandilla de la playa de Punta Prima (con los de “El Pescaaoo”) de Orihuela. Toda una riqueza de experiencia en la formación adolescente y juvenil que, con un poco de suerte, nos cuenta el próximo verano.
Reconozco que tengo curiosidad por saber de sus noches al aire libre campamentales, o de sus guateques playeros de adolescente.
En todo caso, en Burete y en Los Antolinos, en la sierra y en el campo ribereño del Mar Menor, hay que reconocer que mi pupilo lo pasó maravillosamente en los veranos de su infancia, forjando su forma de ser con aquellos consejos, moralejas y aventuras. Y por eso los recuerda con tanta claridad, precisión y añoranza.
Ello es importante porque, como dijo el poeta Arturo Graf “¡pobre del hombre en el que quedan pocos rasgos de su infancia!”.
Muchas gracias por todo, también en nombre de mi pupilo. Un fuerte abrazo perruno. Hasta siempre.
F I N
Gregorio L. Piñero
(Foto: Mi pupilo en Lo Pagán y en Burete. Y un servidor de ustedes, en su sofá veraniego favorito).