Mi madre
me enseñó
a fregar
el suelo
como una
experta.
Creo que lo
hago
realmente
bien
(a fregar,
me refiero).
Mi madre
también
me enseñó
que decir que
no al hombre
de tu vida
si no estabas
segura,
era de
valientes
(aunque los invitados
de la boda
estuvieran en
la puerta).
Ahora,
mientras friego
(como una
obsesa)
el salón
de la casa
donde hace
meses nos
amábamos como
animales,
culpo a mi
madre de que
no me
enseñara
que el
hombre de
mi vida
me podía decir
a mí
que
no.
Yolanda Sáenz de Tejada
Colaboradora de esta Web en la sección
«Tacones de Azucar»
Blog de la autora