Un disparo amortiguado
no llega a romper el silencio
que en una esquina sentado
va un pobre ciego tejiendo
Calla porque no ve
lo que le está calentando,
ni la faz de su mujer
ni su caballo trotando
Porque su noche es oscura
y no sabe si el disparo
cobró la pieza que el hambre
de su estómago ayunado
ponga fin, a fuego lento,
ya conejo, ya jabato,
especiado con romero
pan negro y con un chato
que la ocasión lo merece
que al pueblo se va el zagal
el próximo día trece
a la hacienda con Pascual
a servir con don Orestes
que necesita gañanes
pa sus tierras del este
pa cazar con gavilanes
sembrar la tierra paciente
sin reclamar más que pan
agua, queso y aceite
y que no desahucien a Juan,
que es el padre de Vicente,
que vive con la Dolores
y la ayuda de la gente
que son de pedir, pobres,
mas de trabajo pudientes
que en la vida sólo han visto
huertos de terratenientes
las panzas llenas de pisto
y ahora se marcha el hijo
a labrarse un porvenir
que servir al señorito
es carrera de vivir
con una comida diaria
asegurada a la mesa
y quien sabe si mañana
hasta una familia tenga
si pluguiera al señorito
que es el amo de la hacienda
y de la vida y de Dios
al que le alquila la iglesia
que le paga con perdones
confesión y penitencia
y permite a don Andrés
dar a los pobres conciencia.
Y Vicente se calienta
imaginando el futuro
que una lágrima invidente
ha iluminado en su muro
¡su hijo irá a la ciudad!
se olvidará del pan duro
porque con su jornal
pordrá labrarse un futuro.
Un mañana muy lejano
trabajará doce horas
con el salario en sus manos
la jornada no le importa
y vivirá realquilado
tendrá una cama de borra
y a una niña sin pecado
le defenderá la honra
mil gracias le da al patrón
¡beso los pies a su esposa!
…hoy va pensando que Dios
le ha contado en su limosna.
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