PIEDRA DE VIDA
A mi hija Sara
Pasaste por nuestra vida como lo hacen las piedras,
desde la solidez de su linaje
abrazando la espesura de lo sutilmente bello,
inertes al arroyo.
Atenazada por lo vacilante de nuestros pasos
desde el rigor de tu piel interminable,
arañando lo absoluto.
La piedra no es providencia del camino,
hazte compasiva rama,
y las verás desde las altivas lindes igualatorias
salir de su silencio inmóvil hechas canto de natura.
No pretendas que su danza
complazca las carencias de saberte
desdibujado vaivén en las tripas del viento.
Tú fuiste piedra sagrada;
hacedora del exhaustivo reposo en la orfandad del colibrí,
holgado néctar de flores,
pincel posado en lo perpetuo del día,
donde los colores te nombraban complacidos.
Así como los pulgones roen las lechugas poco a poco,
las maravillas consagradas en mayo
probaron el áspero de los labios desnudos.
Con la templanza de lo estipulado en alguna estrella,
una nota,
una sola nota de flauta es capaz de calmar al mundo.
Tú, dueña de todo lo visible e invisible,
robaste un sueño de extrañeza a todas las cosas.
Pasaste por nuestra vida,
como una piedra en Sión, angular y escogida.
Piedra del templo de Dios,
tan hecha a la incierta permuta de nuestras voluntades
que las terrenales aguas no te sirvieron para sanarte.
Pilar Gorricho, 20 enero 2015
Si fuera posible que una sola nota de flauta calmara al mundo, o al menos el dolor irreversible de la pérdida…
Hacía tiempo que no leía versos tan conmovedores.
Un abrazo.
Sencillamente este poema me ha hecho levantar del asiento Pilar. Pocas veces se eleva un alma desde otra a través de unos versos.
Gracias de corazón por compartir esta maravilla.
Un abrazo grande.
Muchas gracias a ambas amigas por vuestra lectura y comentario amable a mi humilde obra, No tengo `palabras para agradeceros el apoyo. Gracias de todo corazón.