No me pasa nada: yo soy así,
un estribillo a la deriva
que todo cuestiona,
todo enaltece, porque sí
y todo derrumba, todo derriba.
Puedo llorar en la alegría,
puedo reír en el quebranto…
Yo soy así, tan fuerte y frágil
que puedo aplacarme una ira de entraña,
puedo cavar y esconder una pena
y clamar al Cielo por una pérdida.
No me pasa nada, mi amor, nada me pasa
pero saberme sin madre es mi condena,
estarme sin padre, huérfana, una llantera
y saberme lejos de mi hermano, mi tiritera.
Nunca me pasa nada porque todo es recuerdo
y, estando a solas, una imagen es mi remuerdo:
No pude ser más que primer carboncillo
de sus nuevos, claves, y eternos lienzos.
¿Qué me pasa? Nadie lo sabe.
Pero seguir caminando
se me hace calvario, estigma grave.
Sepultura vaticinada y vaticionio sepultado.
Nunca dije que amor fuera león amansado.
Así que condéname a tu cárcel de piel
y encadéname grillete de labio y pensamiento.
Más que tu ausencia de minuto
no tolero como firme tormento.
No quiero ser nube que se va en llanto
ni sol que pare de luz el mismo quebranto.
Házme olvidar que estoy sola
porque sola nací para arrinconar mi llanto.
Ya he reído mucho
y he llorado tanto, tanto, tanto…
Sólo déjame ser, si acaso sola soy,
un pensamiento que se va y viene,
tan lentamente, en vaivenes,
que vierte vacío en cuanto conviene.
Déjame el aire y los pulmones dame
y seguiré respirando
aunque la ausencia de arañazos me roce.
Déjame a mí… amando…
Creciendo…
Soñando…
Verónica Victoria Romero Reyes
Blog de la autora
De tu voz la travesura.
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