Ahora te raptaría,
te abriría la piel
con mis
besos y
te dejaría
tumbado
en la hierba
(como la he regado,
tu cuerpo se llenaría
de agua;
es decir, de vida).
Ahora
seguirías tumbado
–te sitúo–
y me acostaría
a tu lado
(hace tanto tiempo
que no duermes conmigo
que me estremezco).
Y me harías
el amor entre las
flores y
yo me pincharía
con una piedra y,
mientras grito,
me dirías
-muy dulcemente-
que volverás,
aunque
por ahora
solo seas
un sueño
endemoniado
que no me deja
dormir.
Yolanda Sáenz de Tejada
Colaboradora de esta Web en la sección
«Tacones de Azucar»
Blog de la autora