Lo mío es ser feliz a toda costa.
Dimito de tu club de caras tristes,
de los lunes perpetuos,
del astro de segunda.
Renuncio a tu planeta de sombrajos,
a las cenas sin vino,
al abrazo de erizo.
Me borro de tu lista de acreedores
de tiempo y atenciones
y me agrego en amores en desuso.
Puedes soplar sin miedo de mancharte
las cenizas del tiempo que vivimos.
Esta mujer de nadie, que era tuya,
–mujer sola en bullicio–
sabe echarse a vivir sin que la nombres
y hacer de su epidermis campo en llamas.
Mari Cruz Agüera