La vida viaja sola.
-me bajo en la siguiente parada-
dejo aquí la maleta abierta,
llena de tránsitos,
repleta de ropa caduca,
cansada de kilómetros sin sentido,
ajada por el polvo,
sangrante por sus heridas
de tantos puntapiés.
Junto al banco.
Andén número 1.
Sobre las colillas.
Cerca de aquella papelera
llena de periódicos caducos,
de cascaras de pipas,
alguna carta por desamor destrozada,
de luto plastificado su pijama.
Allí, para siempre,
mi maleta queda eternamente dormida.
Ya está bien, amor, que vuelva a ti.
Carlos Gargallo (c)
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