La pastora. Por Juan A Galisteo Luque

C

 

 Pastorcilla hermosa

de adorada frente,

de presencia humilde,

bella, inteligente;

¡Díme quien te ama!

¡Díme quién te quiere!

¡Díme quién admira

tu gesto valiente!

Allá en la montaña,

donde el viento fuerte

sopla entre los riscos,

vive la pastora

junto a una cabaña

cubierta de nieve.

No lleva sortijas,

no lleva pendientes,

tampoco zarcillos,

pues de eso… ¡no entiende!

«Pensar que está sola

cercana a una fuente,

arriba en el monte,

de un huerto y cien cabras

rodeada de enseres»

Allí, la pastora,

se abraza a la suerte,

al calor, al frío,

y al pecho doliente

de un trozo de hogaza,

queso, lumbre y leche.

Mientras yo prendido

de sus ojos verdes,

de su tierna risa,

sonido que a veces

resuena en mis sueños;

ya de tanto oírla

¡todo me conmueve!

Huérfano de sombras,

el sol diligente,

su trazado avanza

de Oriente a Poniente;

y allí, cada noche,

la luna creciente,

un beso de madre

deja en sus mejillas,

mientras acaricia

sus trenzas morenas

la luz primorosa

suave y dulcemente.

Pastorcilla bella,

de adorada frente,

¿Por qué no me abrazas?

¿Por qué no me quieres?

Tus ojos sinceros,

de un amor sin mieles,

lo mismo me matan

como me estremecen.

Pues soy quien te admira.

Pues soy quién te entiende.

Y soy quién te adora

fervorosamente;

pastorcilla amada

de labios ardientes..

——

Juan A Galisteo Luque
Del poemario: Versos de luz y sombras
Derechos registrados.
Blog del autor

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