Sólo yo tengo potestad para hacer de las historias
tres mil cuentos de dudosa eternidad triste
o ciento dos indecorosas fábulas con sana memoria.
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No te voy a consentir el decoro a mi madre muerta
que me viene a visitar en mil razones cada día
ni el recuerdo de un padre que tú jamás viste
y te supuso argumento de retirada con algarabía.
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Sólo yo tengo el cetro de pretendida justicia
y no me arengo ante bastonazos de desesperación.
Pudiste ser rosa quedándote en cardo borriquero.
Y ahora es viraje inusitado el ruido de una ilusión.
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Poco sabes o supiste del camino de perfumado romero
que los reyes sembraron a su paso despistado
y poco quisiste ver de la benevolecia de cetros
que pudieron condenarte con razón y argumento.
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Sólo yo tengo el testigo de rumor tan lastimero
para decirte que acercarte a mi sangre
puede ser en tu vida…
el último y más mortal aguacero.
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Verónica Victoria Romero Reyes
A perro flaco todo le son magdalenas
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