Nadie la convoca, ni la busca, ni la reivindica,
mas ella hace acto de presencia sin invitación,
se cuela entre las grietas de la identidad.
Llega silenciosa y me pretende como un enamorado,
primero me acaricia tímidamente,
y paso a paso, febril, me araña y
me arranca el pellejo.
Me aniquila, me fulmina.
Invade mi cuerpo, me asola, me arrasa,
me anega entre los fluidos de la desesperación.
Busca y rebusca gozarme, dominarme y
acaba penetrándome voluptuosamente,
poseyéndome con un vaivén delirante.
Se introduce muy dentro de mí y
llega hasta el corazón,
reventándolo,
estallándolo……
…… de pena.
Puta tristeza.
Fátima Ricón Silva