A veces, una palabra puede llevarte al infierno directamente y, allí tranquilamente, fumándote el aire, hacer un poema como este.
A las llamadas inesperadas,
con nombre y apellidos.
Carne de
letra,
de lengua y
de azul,
de mi tormento y
tu luz.
Carne de
ausencia,
de caricias y
de lluvia,
de tu maldita
guerra y
de mi
viciosa paz.
Carne de
espera,
de tus ojos
negros y
mi ceguera,
de mis ardores y
tu prisa.
De mi reventar.
Carne de
ti
(inevitablemente);
de perra
fugitiva y
obsesionada por
por volver
a lamerte.
Yolanda Sáenz de Tejada
Colaboradora de esta Web en la sección
«Tacones de Azucar»
Blog de la autora