Arde París en la hoguera del recuerdo,
los relojes paran, el tiempo es infinito.
Nada que pudiera permanecer se aleja,
cercana está la cumbre de tu cuerpo.
Lo demás, claro, es tan sólo lo demás
y mientras tanto, resta una lágrima.
Porque al llorar se regresa el tiempo.
Cuando los ojos desecan no existes.