Me han dicho que ya tienes otro amante a tu lado…
pensar que yo te escribo con tono acongojado
las palabras que enhebro, cuidadas y sin prisa,
mientras tú en una cama rasguñas su camisa.
Mas ni un segundo pienses que en esto te reclamo,
ya no aguardo milagros de las cosas que amo,
y sé bien que la mano que acaricié en la noche
mañana se irá presta para abrir otro broche.
Es una ley no escrita, pero lo incluye todo:
un diamante es diamante… aunque lo ensucie el lodo,
y aunque ya eres la joya perdida en el fangal
soy caballero y nunca voy a evocarte mal.
Dime que por momentos te duele lo que digo,
y que mi voz te arde… aunque no estés conmigo,
que no hay ni hubo un romance como el romance aquél
y que es sólo un remedo eso de estar con él.
Y si acaso te duermes tendida en esos brazos
al igual que en mi manos pasabas los ocasos,
sueña siempre en silencio, tan sólo para ti…
no vaya ser de pronto que me nombres a mí,
y ese que tienes cerca te pregunte “quién era”
y digas: “un recuerdo de alguna primavera”
mintiéndole indolente con la quebrada voz…
y llores por el día que dijimos adiós.
Marcelo Galliano