«Aquel que ha sentido una vez en sus manos temblar la alegría
no podrá morir nunca.»
José Hierro
Cómo olvidar los bosques que me amaron,
tu corazón de yerba,
esa mirada lenta de la tarde
que pulsaba la voz de nuestros sueños,
una canción vibrando en las colmenas,
un centenar de pájaros, el agua,
y esa esperanza erguida entre los chopos
distrayendo a la muerte.
Cómo olvidar la luz hecha camino,
el valle perezoso de las sombras
hollado por tus pasos,
los lirios de la tierra prometida
que sembraste en mi vientre,
una campana al sol, verbos fugaces
y la paz en las manos.
Cómo olvidar de ti, puerto de espigas,
la caricia creciente, el pan suave,
si aun el latir del viento en el molino
viene a agitar tu nombre.
Mari Cruz Agüera
Mari Cruz, qué bonito escribes.
Coincido. Equilibrio en todos los sentidos: en la distribución de versos, en el ritmo acentual, en las referencias léxicas y la llamada a los sentidos. Es como leer a un clásico.
Un abrazo.