» Nadie los observa. A nadie le importa que un edificio vacío se encuentre ahora ocupado. Se han establecido»
Auster fragmentario. Cómo me gusta. Alguno podría pensar que precisamente eso es lo que uno busca cuando lee a Paul Auster, tiene razón, pero no por eso deja de gustarme. Me gusta el fragmento que se une con el siguiente, el esfuerzo que supone quedarse con el quién es quién para montar el puzzle un poco más tarde, unir la vida de Milles con la de Ellen, con la de Pilar o con la de sus propio padre. Y en el conjunto de fichas que forman el puzzle de Sunset Park sorprende la vida de Miles. Saber que es un fugitivo, el deseo de huir, salir de casa y no volver, ese deseo que a veces nos asalta en la noche oscura, las ganas de empezar de cero cuando todo se tuerce, pero la huída no resuelve nada, los problemas siguen larvándose dónde se quedaron, acrecentando quizá su bola, creciendo como una oruga en su interior por más que tu te marches y la dejes crecer. Pero Miles es un fugitivo vital. Huye por un accidente, huye de los brazos de su novia ante una amenaza. Huye y huye hasta que ya no sabe dónde huir y para, toma aire y para. Como lector empatizas con su huída. Me ha gustado huir con él pero también me ha salido un trocito del alma de madre y me he visto con los ojos del padre, con su preocupación, con su espionaje, con su dualidad, incluso en el silencio final cuando Miles le confiesa todo y él calla.
Porque en el fondo los padres callamos cuando no sabemos que decir aunque los sentimientos se agolpen en el frontal de la cabeza. Y los hijos también. Callamos muchas veces. Unas veces buscando el reflejo del héroe que fuimos. Otras veces porque nos sabemos miserables y humanos.
La dualidad de Sunset Park, sus presonajes, el grupo de amigos de la casa, juventud y adultos. El mundo dual que habitamos. Amores y desamores. Quedarse o marchar. Enseñarnos la vida por el ojo de la cerradura, espiar personajes, sentires, tendencias. Ellos nos enseñan la patita y nosotros mordemos el anzuelo y deseamos más. Al fin y al cabo eso es leer, para eso nos escriben.
Maite Diloy (Brisne)
Colaboradora de Canal Literatura en la sección “Brisne Entre Libros“
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