La época Torrente. Por Lola Gracia

Reconozco mi admiración por el talento y la gracia de Santiago Segura. No es su culpa que Torrente sea un fenómeno de masas. O sí. Ha sabido captar el espíritu decadente de una época y ha creado este ser casposo, de pelo mugriento, pésimos modales y todos los vicios imaginables. Torrente tiene un toque Ibáñez. Y eso le salva de ser un invento deleznable.

Segura es un chico listo, ya lo era desde su época de «Los sabios», concursante aventajado con Isabel Gemio ¿Se acuerdan?. Y como es listo ha compuesto este personaje que representa la decadencia abismal de nuestra sociedad. Para que nos quede más claro, aparecen en sus pelis Paquirrín y Belén Esteban. Y la gente va en masa al cine. Pero en masa ¿Eh? Que el sábado pasado había unas mil personas en unos céntricos y enormes multicines de mi ciudad.
El éxito de Torrente es su brutalidad sin meapilismos, su esperpento sin ambigüedad o posibilidad de salvación. A este personaje no lo salva ni Dios y a nuestro país tampoco.Y por eso nos representa tan bien.

Los habitantes esta tierra pasan las tardes ante el televisor contemplando como unos loros se pelean y la llamada princesa del pueblo (me río yo, de los peces de colores) va a cobrar dos millones de euros en un país hundido en la ruina económica y moral.

No quiero parecer alarmista. No me cae mal Belén Esteban, la muchacha hace bien si le pagan. Santiago Segura me parece un monstruo, aparte de un tío listo pero no acierto a entender el porqué la intimidad de estas personas interesa tanto a la sociedad ¿No tiene cada uno sus propios problemas, sueños, aspiraciones, delirios y pecados? ¿De verdad que no? Honestamente, prefiero vivir mi vida a la de los demás. Programas como «Princesas de barrio» (La Sexta, creo) y canciones como la de Melendi, «Barbie de extrarradio» nos muestran un fenómeno tan triste, tan desmoralizador que no entiendo como España entera no se deprime viendo esos programas. Nada más lejos, los espectadores están lobotomizados por ellos.
Qué desgracia para algunos televidentes si mañana Belén Esteban decide no aparecer en pantalla nunca más. Pero, insisto, no lo entiendo. Debo ser tonta, pero si me quiero evadir quiero amor y lujo, ficción, o, si nos ponemos en lo cutre, Prison Break. Prefiero que me cuenten historias con imaginación y originalidad. Las cuitas de gente que dice «si la tiña existiría, cuantos tiñosos habría» me aburre, me aburre mucho.
Ahora, eso sí, he de reconocer que en las pelis de Torrente hay algún golpe bueno, pero verlo en 3D es someter a mi delicado estado mental a una prueba demasiado dura.

Lola Gracia
Blog del autora.

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