José Luis Piquero, «Tienes que irte». Por Arturo Tendero

José Luis Piquero

JOSÉ LUIS PIQUERO

Tienes que irte
Isla de Siltolá, Sevilla, 2017

Hay presentimientos que nos estremecen, cosas que podrían ocurrirnos y que nos da escalofrío hasta considerar; por eso las eludimos. Ahí se mueve José Luis Piquero (Mieres, 1967) como pez en el agua.

Por ejemplo, cada vez que cogemos el coche: «Óyeme tú, viajero, que recorres triunfante la autopista / y a tu corazón baja / el canto eterno de la radio-fórmula. / Acuérdate de mí cuando, muerto de miedo, / levantes la cabeza llena de sangre y grites: // «¡Santo Dios, no lo he visto! / ¿Estáis bien?» / Y el silencio». Piquero ha tardado ocho años en componer este nuevo poemario. Mantiene la línea que reunió en Autopsia (2004) y prolongó en El fin de semana perdido (2009): «Sigo fiel a ciertos atavismos de mi poética, como el uso de máscaras y escenarios preconcebidos, aunque tal vez el lector acabe por sospechar que en ningún momento estoy hablando de Elvis, del Cíclope o del Diablo, sino de personas que conozco, y el lector también, en carne y hueso y en espíritu». En ese umbral de lo que preferimos eludir está a veces el desamor y casi siempre la muerte. Pero es una muerte de cuento gótico, una parodia mórbida como la de la Familia Monster o los zombis. Se siente incómodo Lázaro con su resurrección: «Ya no hago daño a nadie. Podrido estoy más limpio / de lo que he estado nunca». El amor desemboca en la necrofilia: «Te amaré una vez muerta, quieta como una cama, / tu aliento detenido». El Diablo es incapaz de tomarse un día de descanso: «Merecería / en vez de altares una paga extra». Dice Piquero que detrás de las máscaras que va encarnando de poema en poema hay personas de carne y hueso o en espíritu. También puede interpretarse que todas esas personas son él mismo buscándose: «A falta de otra cosa / es lo que tengo: el miedo. / Lo único cierto en mí, que soy mentira». O también: «No me retengas. / Hay algo que me espera en algún sitio, pero aún no sé qué es. / Y no son mis poemas, y no es mi juventud. / Es algo útil». Tienes que irte enhebra un puñado de personajes con un monólogo dramático. En cada una de ellos hay una historia con su propia intriga: «Y ahora falta una cosa por hacer. / Después seré perfecto».

 

Arturo Tendero

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