“Vivimos una situación que es excepcional”, decía esta mañana la defensora del pueblo en la radio.
“Excepcional” es un adjetivo que cualquiera admitiría gustoso si se predica de su persona o de su quehacer profesional, una alabanza que le distingue de las capacidades del resto. Pero, aplicado a nuestra época, una situación excepcional es esa en la que el paro gana para su causa cada día muchas vidas, muchas ilusiones, muchos ánimos que caen en la desesperanza de quien deja de tener resuelto su humilde sustento y el de los familiares que hasta ese momento vivían de ese asueto.
En una situación de crisis en la que todo parece jugar en nuestra contra, todo parece estar diseñado para nuestra derrota, nos esforzamos por prepararnos intensamente, por entrenar hasta desfallecer; sin embargo, el árbitro, siempre del lado de los poderosos, nos pita faltas y hasta nos saca tarjetas (castigos que nosotros tememos y presentimos a veces), pero inmerecidas siempre.
Estoy harta de excepcionalidades, sí, harta; no quiero ninguna. Porque un estado excepcionalmente catastrófico no contempla excepciones. Somos los ciudadanos, los de a pie, los de hipoteca, salario e impuestos los que cargamos con el peso de las gestiones excepcionales que nos han llevado a la desolación y la desesperanza. Y, ahora, un estado excepcional en el que no caben excepciones: si no pagas, te quitan tu vivienda; si no trabajas, no tienes futuro y, dentro de poco, si respiras, habrás de pagar el impuesto de respiración.
Una situación excepcionalmente crítica que necesita una crítica excepcional. Una situación excepcional que necesita hacer excepciones con cada uno de los afectados y víctimas inocentes del paro, y con las malas gestiones de banqueros, empresarios mundiales y políticos de guantes blancos e intenciones ¿blancas?
No puedo, en este caso, dejar de preguntarme dónde puedo apuntarme a lo ordinario, a lo previsible, a lo que se ajusta a la norma; no quiero excepcionalidad, sino una cotidianidad justa y moderada donde la excepcionalidad sean la pobreza y el paro.
Mati Morata
Colaboradora de esta Web en la sección
«Miradas con MatiZ»
Blog de la autora: http://cuentosconcorazon.blogspot.com