Quizá muchas veces nos preguntamos de dónde nos viene el vicio de escribir y, por más vueltas que le demos, parece que siempre queda algo por comprender o explicar. Sin embargo, hoy tengo un poco más claro el porqué y el para quién. Las novias es mi relato incluido en una publicación conjunta con otros 33 autores y 31 ilustradores —y un prólogo de Rosa Montero—, «Mayores sin reparos», a beneficio de la residencia para mayores sin recursos que lleva la Fundación San Antonio de Benagéber. Si he disfrutado al ver sobre papel o premiado cualquiera de mis textos, éste me ha proporcionado una gratificación especial: ver en quiénes —porque he estado allí y he podido apreciarlo en persona— van a revertir mis letras, más allá de la sonrisa o unas palabras de aprecio, que es a lo que aspiro de las más de tres mil lecturas que confío en que tengan, porque vamos a vender todos los ejemplares editados.
No sé bien de dónde ni desde cuándo, pero sí puedo encadenar las experiencias que me llevaron a estar hoy aquí, en compañía de este buen amigo, Presidente del patronato que rige la Fundación y en cuya cabeza se gestó la idea, el también escritor Rafael Borrás. Un camino recorrido, hasta recibir de sus manos el primer ejemplar, alegre e ilusionante.
Trayecto que, mirando hacia atrás, pasa por la Asociación Canal Literatura, roza Generación Bibliocafé y hace fonda en El corral de las palabras. Antes cruza talleres literarios, concursos como Qué leer-Volkswagen, bibliotecas públicas y clubes de lectura. Casi diría que germinó en un Bosque, de las semillas de tantas lecturas comentadas y compartidas, tantos libros prestados, regalados y comprados… De los autores estudiados y los profesores que nos lo exigieron, de los tebeos, las cartillas de lectura y los cuadernillos Rubio de caligrafía. Hasta donde recuerdo, leer y escribir siempre fue apasionante.
Espero tener la fortuna de ver otros escritos míos publicados o premiados. Pero que me dejen tan feliz como esta colaboración, lo dudo.
Dies Irae