«Cuentas pendientes» (Serie Inspector Manarino). De Marcelo Galliano

Cuentas pendientes

Manarino abrió una vez más el sobre y releyó la invitación. Su mujer se la había puesto entre sus cosas para que no se olvidara, para que no tuviera excusas y llegara temprano a casa a bañarse y ponerse una ropa decente, sin chistar, algo que lo apartara al menos por un rato de ese impermeable de Columbo demodé. Guardó la invitación y se quedó pensativo, echado en su respaldo, la cara indefensa bajo el reflejo crepuscular que por la ventana le llegaba como un largo y tibio pañuelo color carne.
—Señor, si no me necesita.

El oficial Vera pronunció esas palabras y el inspector Manarino continuó inmerso en su abstracción. A los cinco o seis segundos se dio cuenta de la presencia de su subordinado y, casi sorprendido, respondió:
—Eh… sí, vaya nomás.
—¿Algún problema, señor?
—Marthy Mcfly—respondió Manarino secamente.
—¿Perdón?
—El personaje principal de Volver al Futuro, Vera, ¿no la vio?

El oficial se quedó observándolo en silencio, como tantas veces. Admiraba sinceramente a Manarino, cómo no, pero, en ocasiones, sentía que algo del conocimiento de ese genio irónico y vanidoso se derramaba en pequeños hilitos de agua, largos tentáculos inapreciables para los mortales comunes.

Cuenta pendientes (Octavo libro de la Serie Inspector Manarino).Era viernes, viernes a las seis de la tarde, por si fuera poco, y a sus ganas de huir de esa oficina hasta el lunes y llegar a casa y elegir entre una Budweiser o una Heineken, y poner ESPN y ver si a Djokovich le toca con Nadal o con Federer, se enfrentaba a la imagen del Comisario Inspector Manarino, ese maestro de la criminología que se había echado con los pies en el escritorio a hablar sobre cosas sucedidas treinta años atrás.
—Mil novecientos ochenta y cinco…: Reagan asume su segunda presidencia; MacGyver es un éxito de la televisión mundial; la Teem, mi lima limón preferida, desaparece del mercado…
—Señor –intentó decir Vera con más impaciencia que ganas de descifrar el discurso de su superior—, si puedo ayudarlo en algo…
—Usted es policía, Vera, ¿no?

El oficial no atinó a realizar el menor gesto. ¿Qué le pasaba a Manarino? ¿Se había desquiciado o estaba planteando uno de esos raros juegos de ingenio que tanto lo apasionan?

Continúa…

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