Veneno en el aire
De pronto notó que apenas podía respirar.
El aire se volvió denso, extraño… irritaba al pasar por la
garganta, dolía en los pulmones.
Le gustaba abrir la ventana cada mañana, sentir la brisa tocándole la cara, y respirar…
Era su forma de saludar a un nuevo día. Quizá porque había nacido bajo un signo de aire, muchas veces deseaba ser como aquella brisa que llegaba, acariciaba y seguía su camino tocando las frentes, llevándose entre sus finos dedos las semillas nocivas de la angustia.
Pero hoy…
Vio con horror como caían fulminados por una fuerza invisible los primeros seres que pisaron las destrozadas calles.
Todo estaba sucediendo muy rápido…
El suelo se llenó de cuerpos tendidos, inertes, inmóviles.
Una terrible sospecha le cruzó la frente como un cuchillo. Aquel dolor en el pecho…
Se le nubló la vista. Recordó, como entre una niebla, el bombardeo de hacía unas horas…
¡No volvería a verla más…! Aquellos ojos..
Y, antes de dejar de respirar definitivamente, comprendió con profunda amargura que alguien había envenenado el aire…
Ángel V. Díez Álvarez
Microrelato apocalíptico Angel. Inquietante y sorprendente.
Me encanta conocerte en este registro que a todas luces manejas tan bien como el de la poética.
Aplauso. Un abrazo.