Un lugar para vivir. Por María

Me dijiste que me quedara a vivir en tu corazón, “¿dónde exactamente?” pregunté, y sin pensarlo me ofreciste gentilmente tu ventrículo izquierdo: “ahí seguro que te sientes cómoda” dijiste “tienes tanta facilidad para que tu cuerpo se adapte a los espacios más insólitos…” y reímos recordando lo bien que me acoplo siempre sobre una roca, o sobre el tronco seco y caído de un alcornoque, sin que las rugosidades de una y otro me hagan daño. Reímos de esa facilidad mía para acomodarme a los lugares más extraños, esos que tú no soportabas porque torturaban tu espalda y tus manos, tu cuerpo entero.
Entonces ocupé ese ventrículo ¿Cómo no iba a sentirme allí cómoda? Un espacio vivo y caliente, mecido con un vaivén continuo a compás de latidos suaves y armónicos, un lugar a mi medida, dijiste, y yo me metí en él y me sentí en casa. Era el refugio que necesitaba. Pasaron meses y pasaron años, y yo me adormecía en el amor y me desperezaba en tu centro vital, donde la luz de Sirio era permanente.
No me di cuenta del golpe de sangre que me arrojó, en una sístole salvaje, aorta arriba. Cuando reaccioné, navegaba aturdida por el torrente sanguíneo rodeada de células burlonas, blancas y rojas, que me indicaban la salida a una circulación periférica; eso decían: periférica. Pasé del centro a la periferia perdiendo por el camino luz en polvo, nanas de estrella, presencia viva.
Me dijiste que viviría siempre en un rincón de tu ventrículo. Pero estoy aquí, atascada en un lagrimal por donde, finalmente, debo salir a chorros de tu vida.
Eso es todo, y es de noche.

María

6 comentarios:

  1. Hola, a este relato no le sobra ninguna palabra y lleva con placidez al final que sorprende y garantiza que detrás hay alguien que sabe narrar.
    Fue un placer leerlo, saludos
    Betty

  2. Muchas gracias por tu opinión, Betty.
    Me alegra que te haya gustado.
    Besos.
    María.

  3. Un microtexto que me ha encantado. Una manera ingeniosa y hermosa de contar una historia de amor.
    Abrazos María

  4. Gracias, Brujapiruja, eres muy generosa con tus palabras.
    Besos.

  5. Tan sutil como la suave brisa de la primavera sobre un prado de violetas.

  6. Muy amable, José, y muy poético tu comentario.
    Muchas gracias.
    María.

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